Vittorio Arrigoni, combatiente por la paz

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15 Aprile 2011 - 20.57


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de Alberto Arce – elpais.es.

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Vittorio Arrigoni, activista italiano del Movimiento de Solidaridad Internacional (International Solidarity Movement, ISM en sus siglas en inglés) fue asesinado ayer por la noche en una casa abandonada de la Franja de Gaza. Quizás en una de las que él mismo contribuyó a evacuar durante los bombardeos de la Operación Plomo Fundido.

Durante las tres semanas que duró aquella operación, Vittorio vestido con un chaleco de paramédico palestino, saltaba varias veces al día al interior de una ambulancia y le gritaba a Marwan, nuestro conductor favorito, que bastante tenía con esquivar las bombas y el fósforo blanco que iluminaban el camino “Jallah, Jallah Schumacker, circula más rápido que nos esperan”.

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“Vik Utopía”, como le llamábamos, era el primero en salir del vehículo y ponerse a levantar cascotes, sacar fotos, ayudar a los heridos, animar a los familiares, llamar por teléfono a Italia para contar lo que sucedía, compartir tabaco con todo aquel que se lo pidiese y quejarse. Quejarse siempre y en alto. Vittorio siempre se quejaba de lo que veíamos.

Vittorio y el miedo no congeniaban. Él nunca se agachaba cuando la explosión sonaba cerca. Al contrario. Gritaba. Insultaba a los que nos disparaban, se enfadaba, miraba a su alrededor y terminaba por animarnos a todos. Personalidad y carácter. Siempre con la pipa en la boca, escribiendo en su cuaderno y hablando por teléfono. Vittorio no daba discursos, reaccionaba como un palestino más, mimetizado, convertido en uno de ellos. Vittorio era un gazaui más. No necesitaba hablar árabe ni prácticamente inglés. Su idioma era el italiano y así se entendía, sonriendo, chapurreando y a gestos, con todo el mundo. Vittorio tenía la voluntad de los persistentes. La honestidad de quien estaba dispuesto a llegar hasta el final. Con principios y convicciones. Vittorio no era un aventurero.

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Al contrario. Era uno de los miembros más conscientes del International Solidarity Movement (ISM). El extranjero que más tiempo ha pasado en la Franja de Gaza tratando de formar un grupo estable de activistas que participasen en la resistencia noviolenta de los palestinos contra la ocupación. Cuando el ejército israelí asesinó a Rachel Corrie y a Tom Hurndall en 2003 el ISM decidió retirarse de la zona para evitar más muertes. Por aquel entonces Vittorio participaba en las actividades de la organización en Cisjordania. Tarde o temprano todos los miembros del ISM allí son detenidos y deportados por las autoridades israelíes. Vittorio no se libró.

Pasó entonces a formar parte del núcleo originario del movimiento “Free Gaza” con el objetivo de romper el bloqueo marítimo israelí a través del envío de barcos que zarpaban desde Chipre transportando periodistas y activistas hasta la Franja asediada. En Agosto de 2008 formó parte de la travesía inaugural, navegando en el primer barco extranjero que atracaba en Gaza desde 1967. Una vez allí, Vittorio y media docena de personas comenzaron a establecer contactos para que los extranjeros del ISM realizasen, junto a los palestinos, acciones de resistencia noviolenta contra el ejército israelí. Vittorio y sus compañeras salían cada mañana a faenar con los pescadores. Ofrecían su presencia y sus pasaportes como escudo humano para evitar que las patrulleras israelíes les disparasen. Grababan los ataques y se lo contaban al mundo.

Vittorio fue detenido por la armada. Le dispararon con una pistola eléctrica. Cayó el mar. Casi se ahoga. Tras varios días en una cárcel israelí fue deportado a Italia. Dos semanas después regresaba a Gaza. Él nunca tiraba la toalla. Yo le conocí horas antes de embarcar, juntos, en el último bote que alcanzó puerto. El que llegó a Gaza el 19 de diciembre de 2008 transportando a los siete extranjeros que vivimos la Operación Plomo Fundido. Se pasó la noche explicándome lo que significaban para él las brigadas internacionales de la guerra de España. Le apasionaban. Vittorio sentía que su presencia en Gaza era la de un brigadista. Orwell y Homenaje a Cataluña eran su referente.

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Fue Vittorio el que propuso, cuando comenzaron los bombardeos sobre Gaza, que nos ofreciésemos como voluntarios para circular en las ambulancias. Fue él quien nos convenció a nosotros y gestionó ante la Media Luna Roja que los siete extranjeros que estábamos en aquel momento en el grupo del ISM de Gaza nos convirtiésemos en testigos en primera línea de lo que sucedía.

Cuando la guerra terminó e Israel decretó la prohibición de transitar por los terrenos adyacentes a la frontera, los más fértiles de Gaza y de los que miles de campesinos dependen, Vittorio lideró una vez más al grupo de voluntarios extranjeros que se ofrecían con sus chalecos fluorescentes y sus cámaras como escudos humanos para que las familias pudieran acceder a recoger sus cosechas. Le disparaban y él lo grababa y lo contaba. Sin miedo. Con convicción. Ese era su trabajo. Hace menos de una semana, cuando Israel bombardeaba Gaza de nuevo, se sentó a fumar nargile con un responsable del Centro Palestino de los Derechos Humanos y grabaron, juntos, su último vídeo, preguntándose, como siempre, cómo podía pararse aquello. Vittorio era de los que se quedaban cuando se terminaba la noticia. De los que pensaban que estar es sinónimo de “siempre”.

A Vittorio no le gustaba la palabra cooperante. Su trabajo no era humanitario. Era político. Rechazaba por igual la equidistancia y la neutralidad. Vittorio era un combatiente por la paz. Por una paz justa.

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Vittorio nos hablaba cada día de los viejos partisanos italianos. Nos cantaba sus canciones en italiano. “Si mis abuelos lucharon el siglo pasado contra el fascismo, nosotros luchamos ahora contra la ocupación. Pero sin Maúser. Con las armas de la solidaridad, con el periodismo y la palabra”. Vittorio era, todavía, un comunista convencido. Llevaba tatuada la palabra “mukawarma” -resistencia- en árabe en su antebrazo derecho.

Escribió desde Gaza una serie de crónicas para Il Manifesto durante las semanas infernales de la operación Plomo Fundido. Posteriormente se convirtieron en libro y fueron traducidas a varios idiomas. Su prólogo, “Gernika en Gaza” comienza así: “Desde Israel llega una amenaza terrible: este es sólo el primer día de una campaña de bombardeos que podría prolongarse durante dos semanas. Construirán un desierto y lo llamarán paz. El silencio del mundo es hoy mucho más ensordecedor que las explosiones que cubren la ciudad como un sudario de terror y muerte. Seguimos siendo humanos.”

Vittorio ha muerto apenas unos días más tarde que Juliano Mer Khamis. Asesinados por un fanatismo integrista que se opone a la paz. Juliano y Vittorio eran los mejores. Pertenecían a ese grupo que Michael Warsavsky, escritor y activista israelí sitúa “al otro lado de la frontera” alejados de nacionalidades y religiones, unidos en lo común. Solidarios. Aún humanos.

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